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Los límites de la Tierra I - Cambio climático

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, adoptada en Nueva York el 9 de mayo de 1992,  define este concepto como “un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima”.  En términos prácticos, son las modificaciones que ha experimentado el clima  en una zona determinada respecto de su historial.

Las causas por las que el clima puede cambiar pueden ser naturales como los cambios en la órbita de traslación o en el ángulo del eje de rotación de la Tierra, las erupciones volcánicas y las variaciones en la composición de la atmósfera. 

Según se refiera al mundo, a una zona o región, o a una localidad concreta hablamos de clima global, zonal, regional, local o microclima respectivamente.   El clima es el conjunto de los valores promedio de las condiciones atmosféricas que caracterizan una región. Estos valores promedio se obtienen con la información meteorológica recopilada durante una secuencia de tiempo suficientemente larga; al menos 30 años de observación.   Es un sistema complejo, muy difícil de predecir y tiene gran influencia sobre nuestras decisiones, nuestra cultura e incluso sobre nuestro estado de ánimo; los cambios en el clima pueden afectar nuestro modo de vida, nuestra salud y bienestar y hasta en la forma en que nos ganamos la vida.

A partir de la revolución industrial, la actividad humana comenzó a tener efectos de alcance regional como son la contaminación de cuencas o la lluvia ácida.  Hoy día, los impactos tienen una dimensión planetaria y están afectando bienes ambientales públicos globales como la atmósfera mediante la emisión de gases de efecto invernadero o el adelgazamiento de la capa de ozono. 

La dimensión del impacto es tan grande que en el año 2000, Paul Crutzen[1], acuñó el término Antropoceno para explicar que la actividad humana en la Tierra había inaugurado una nueva era geológica en la que los procesos que gobiernan el planeta ya no estaban controlados por la naturaleza sino por las personas. 

El progreso y los avances tecnológicos de los últimos 150 años que han traído bienestar y comodidades y que han hecho florecer la economía de algunos países; nos está pasando factura pues, a medida que las economías crecen, requieren cada vez, más energía.  Es decir, para cubrir las necesidades de funcionamiento de una mayor cantidad de industrias, vehículos y hogares, se requiere de más energía.  Para generar esta energía, la tecnología demanda una mayor cantidad de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural con lo cual, aumentan las emisiones de gases contaminantes.

En consecuencia, la cantidad de gases de efecto invernadero que un país emite a la atmósfera depende en gran medida del tamaño de su economía; de su nivel de industrialización y de la eficiencia con la que se utiliza esta energía.

El cambio climático ha sido reconocido como la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad. Muchos de sus efectos son medioambientales y pueden dañar los recursos naturales debido a un aumento en la frecuencia e intensidad de las tormentas, aumento de la temperatura así como en la ocurrencia de incendios forestales, presión por disponibilidad del agua, mermas considerables de la productividad agrícola y daños en zonas costeras debido al aumento del nivel del mar.

Una gran cantidad de actividades como el turismo, la pesca y la producción agropecuaria dependen del medio ambiente por lo que estos fenómenos repercutirían en la producción, la infraestructura, los medios de vida, la salud y la seguridad de las personas impactando de forma negativa la economía de los países. 

El aumento de algunas enfermedades transmitidas por insectos está vinculado al cambio climático. La variación al alza de la temperatura promedio, ha permitido un crecimiento en la población del mosquito Aedes aegypti transmisor del dengue lo que le convierte en un factor de prevalencia de la enfermedad.  La región caribeña sufrió una de las peores epidemias de dengue en 2007. Por otra parte, las inundaciones debido a las lluvias intensas, favorecen el incremento de enfermedades que se originan o que se asocian con el agua.

La producción agrícola también está siendo afectada por este fenómeno. Los intensos huracanes, las sequías prolongadas, el aumento de la temperatura promedio y el cambio en los patrones de lluvia, están afectando de forma significativa el rendimiento de las cosechas. La temporada ciclónica de 2008, devastó el sector agrícola en Haití y produjo grandes daños en la República Dominicana destruyendo muchos cultivos justo al comienzo de la época de cosecha.

Durante la XVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (conocida como COP 16), realizada en 2010 en Cancún, México, se presentaron estimaciones sobre el costo económico para la región de América Latina y el Caribe; indicando que seria de más del 1% del PIB anual, siendo los más afectados los países andinos, Centroamérica y el Caribe.

Nos afecta a todos aunque no hemos contribuido de la misma forma al problema. Islas pequeñas como las del Caribe, producen menos del 1% de los gases que son responsables del cambio climático.  Sin embargo, se encuentran entre los lugares más vulnerables a sus secuelas. 

“El cambio climático y sus efectos adversos son fundamentalmente resultado de decisiones inadecuadas y de la falta de acción”. Es posible hacer algo para reducir el nivel de riesgo.  Pero ningún país actuando aisladamente puede reducir las emisiones globales a los niveles necesarios para estabilizar el clima; por lo que las acciones para resolver este problema, deben ser a nivel internacional, nacional y local.

A nivel internacional, se deben reforzar las convenciones y los acuerdos sobre reducción de emisiones de gases efecto invernadero. Los países industrializados deben responsabilizarse de controlar sus emisiones y ayudar a otros países con economías menos desarrolladas en esa tarea. 

A nivel nacional, es necesario generar y hacer cumplir las leyes sobre medio ambiente y paralelamente, tomar medidas de adaptación para afrontar los impactos del cambio climático.  La adaptación tiene que ver con la planificación, el desarrollo y la preparación ante desastres como por ejemplo, evitar construir en áreas que son vulnerables a los desastres naturales.

En el ámbito local, podemos jugar un papel importante como individuos siendo consumidores informados, conscientes y responsables de modo que contribuyamos a reducir nuestra huella de carbono.  Por otra parte, tenemos la posibilidad de fortalecer nuestras casas y prepararnos ante el paso de huracanes y otros fenómenos hidrometeorológicos.

La amenaza del cambio climático debe ser asumida como un reto y al mismo tiempo como una oportunidad para desarrollar soluciones innovadoras que nos conduzcan a hacer las cosas y resolver las situaciones de manera diferente. 


Bibliografía
Rivera, A. (Sept. 2009) Nueve límites de la Tierra para evitar cambios catastróficos.  El País.  Recuperado el 13 de marzo de 2012 de: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2009/09/23/actualidad/1253656814_850215.html

Las 9 líneas rojas para evitar cambios catastróficos en la Tierra. Visitaalmar. Recuperado el 20 de marzo de 2012 de: http://www.vistaalmar.es/medio-ambiente/cambio-climatico/788-las-9-lineas-rojas-para-evitar-cambios-catastroficos-en-la-tierra.html

Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Enero del 2005, Manual de Ciudadanía Ambiental Global. México D.F. ISBN 968-7913-38-X

Brown, N.A. 2009. Afrontando el Cambio Climático en el Caribe: Maletín de herramientas para las comunidades. Kingston, Jamaica: Christian Aid (Caribbean)

El cambio climático en América Latina. Recuperado el 16 de junio de 2012 de:





[1] Ganador del premio Nobel de química en 1995 por sus investigaciones sobre la incidencia del ozono en la atmósfera.

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