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Sueno... luego existo

El sonido se puede definir como cualquier vibración de presión que el oído humano pueda detectar.  La energía por la que vibra un sonido es una propiedad física, mientras que la sensación sonora es una interpretación mental. 

La unidad de referencia para medir la potencia de una señal o la intensidad de un sonido es el belio[1] (B) y se define como el logaritmo en base 10 de la relación de dos potencias o intensidades (una de interés y otra de referencia[2]).  Sin embargo, esta medida resulta una unidad demasiado grande por lo que en la práctica, se utiliza un submúltiplo diez veces menor, el decibelio (dB).

El ruido es un sonido excesivo y desagradable que bajo determinadas circunstancias, puede originar molestias de carácter psicológico y fisiológico llegando incluso a producir lesiones permanentes en el aparato auditivo en este caso, hablamos de contaminación sónica o acústica.

Debido a que la sensación molesta o desagradable de un sonido puede variar de una persona a otra, es evidente que hay cierto grado de subjetividad y que existe una compleja relación entre la generación del sonido y la sensación de molestia.

No obstante, el ruido es una de las principales fuentes de insatisfacción y denuncias de la población sobre su calidad de vida.  Dificulta el proceso normal de la comunicación entre las personas y produce efectos adversos sobre la salud, por lo que en todos los países existen leyes y normas que tratan de mitigar sus efectos nocivos.  En cualquier situación de contaminación acústica, existen tres aspectos siempre presentes
El físico, que se puede medir, calcular, predecir y que también se puede controlar por medio del conocimiento de las leyes de la propagación del sonido y del conocimiento de las características de los materiales por los que se propaga.
El fisiológico, en el que intervienen elementos como el umbral del sonido de cada persona y su modificación según la edad que puede limitar la percepción del sonido.
El psicológico es algo más subjetivo ya que la percepción o el grado de molestia varía en cada persona al tiempo que puede estar influenciado por factores como:
El tipo de actividad que se realiza
La hora del día
Las relaciones que se mantienen con el emisor
La experiencia anterior sobre problemas de contaminación acústica

En la República Dominicana, las normas vigentes sobre la protección contra ruidos[3] (NA-RU-001-03) clasifican el nivel de ruido en cuatro renglones: moderado, alto, muy alto y ensordecedor. Adicionalmente, fijan el nivel máximo permisible de emisión de ruido en un rango que oscila entre los 50 y los 70 decibelios que se corresponden con los niveles de moderado y alto.
En las áreas residenciales, la norma especifica que el máximo nivel de emisión de ruidos permitido en horario diurno (de 7:00 am a 9:00 pm) es de 60 dB y en horario nocturno (de 9:00 pm a 7:00 am) se reduce a 50 dB.

El aparato utilizado para medir el nivel de ruido o de contaminación acústica que se registra en un determinado lugar y en un momento concreto es el sonómetro; el cual procesa los niveles de ruido a medida que los recibe y los muestra sucesivamente o a intervalos para facilitar la lectura.  Por lo general son instrumentos especializados y algo caros, aunque los teléfonos inteligentes (smart phones) ofrecen aplicaciones (algunas de descarga gratuita) que pueden emular un sonómetro y ofrecen una medición bastante confiable que podría ayudar a determinar el nivel de ruido ambiental del lugar que se desee.

En el medio urbano, el tráfico de personas y mercancías, es la principal fuente de contaminación sónica.  En las últimas décadas, se ha incrementado el número de vehículos en circulación lo que se traduce en un mayor nivel de contaminación acústica.  Entre las diferentes fuentes de emisión de ruidos provocada por la circulación de vehículos de motor podemos citar:
Los ruidos producidos por la admisión (encendido)
Los frenos
Las vibraciones de la carrocería
El sistema de escape de gases
El rodamiento de los neumáticos sobre la calzada.  Este último se superpone a todos los demás en un vehículo normal a una velocidad de 70-80 km/h

El nivel de ruido que produce el tráfico depende además de la cantidad de vehículos en circulación y su velocidad.  Asimismo, han de tenerse en cuenta otros factores intrínsecos al vehículo como su estado de conservación, el mantenimiento y la obsolescencia del mismo.  También, es de suma importancia el estado de conservación de las calles, las condiciones (seca o mojada) y el tipo de material utilizado en su construcción.[4]

En Santo Domingo sin embargo, el escándalo parece consustancial al etos del dominicano. Al ruido de los generadores eléctricos que pululan debido a los cortes de energía; se suma el estruendo de los bares y colmadones; los potentes equipos de música instalados en los vehículos; las motocicletas a las que les quitan el silenciador; los venduteros con sus megáfonos y sobre todo, los desaprensivos “padres de familia” organizados en cárteles de transporte público que con sus bocinas y gritos dificultan el sosiego incluso en las mañanas de los domingos.

La inconsciencia y la mala educación es promovida desde las primeras etapas de la vida cuando en las fiestas de cumpleaños e incluso en algunas actividades escolares, se entretiene a los niños pidiéndoles que hagan “una bullita” así crecemos hablando a gritos y chillando como si de eso dependiera nuestra existencia. 

Se organizan conciertos, fiestas patronales y toda clase de eventos públicos pasando de la cultura del ruido a la contaminación acústica sin importar la hora, si el lugar es una zona residencial u hospitalaria y mucho menos sin considerar la fidelidad, la estridencia de estas “actividades culturales” confirma la paráfrasis Sueno…luego existo.

Bibliografía:
Fundación Universidad Empresa de la provincia de Cádiz (FUECA) Centro de Estudios Superiores (n/d) Contaminación Acústica. Notas docentes. Recuperado el 5 de junio de 2013

Koldo Campos Sagaseta (julio de 2009) Jack el Destripador; diario íntimo.  Ed. Tiempo de Cerezas. España


[1] En honor a Alexander Graham Bell
[2] Normalmente, el valor tomado como referencia se corresponde con el menor valor de la cantidad (0 dB).
[3] Datan del 2003 y fueron emitidas por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
[4] Una calzada mojada o mal conservada será más ruidosa.  Al igual que una calle adoquinada produce más ruido que una pavimentada.

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