Cualquier proceso o sistema que pueda mantenerse a sí mismo
sin mermar sus recursos es sostenible (1)
pero... ¿es posible extrapolar esta reflexión al ámbito de los negocios? ¿Pueden
las inversiones ser sostenibles y asegurar rentabilidad en el largo plazo?
¿Servirán el día de mañana los criterios de inversión que utilizamos hoy?
En este contexto, la
estructura crediticia genera redes de dependencia que condena a las personas
necesitadas a vivir en un círculo vicioso caracterizado por el compromiso
sempiterno de pagar las deudas correspondientes. Así, la economía se
financiariza dando paso a la especulación.
Esto desnaturaliza la
actividad económica, de tal manera, que se
crean otras
formas, nada inocentes, de concentración de capital con nuevas estrategias
societarias y mercantiles, basadas en recortar costos y evadir al máximo
cualquier responsabilidad laboral, medioambiental e incluso social. (2)
En los últimos años, el capital financiero ha fijado su
atención sobre fuentes
de riqueza duradera como son los recursos naturales y las materias
primas, acaparando los derechos de propiedad sin importar los conflictos o la
inseguridad que esta acumulación pueda generar en una sociedad, un país o toda
una región (2). Peor aún, sin importar las generaciones que
no han nacido y ya están comprometidas con una carga económica en su haber, en
un entorno medioambiental degradado.
Si bien los indicadores como el flujo de efectivo, la liquidez, el tamaño del mercado o el
crecimiento de las ventas son importantes, tomar la decisión de invertir
basándose únicamente en estos elementos puede suponer riesgos para el capital. Deben considerarse. Además, otros temas
como el consumo de energía; la
disponibilidad de agua; la adecuada gestión de los desechos; el
respeto de los derechos humanos y laborales; el compromiso de los empleados con
la empresa o el manejo de la cadena de abastecimiento (3).
Estas últimas no son solo
cuestiones medioambientales y
sociales, sino también asuntos económicos y por
tanto relevantes para la gestión de riesgo y el rendimiento a
largo plazo. En consecuencia, la sostenibilidad es relevante para la economía y
por ende para obtener resultados comerciales concretos.
Se trata de un esquema
paralelo de valores con un enfoque de desarrollo que por fortuna está empezando
a ser considerado por un grupo creciente de empresarios, que la gestión
corporativa asimila a través de acciones puntuales de responsabilidad social
empresarial (RSE).
Tarde o temprano, las
empresas con posibilidades de permanencia deberán asimilar esta lógica y
evolucionar para convertirse en empresas socialmente responsables. Las que no
lo hagan, se irán quedando aisladas, autoexcluyéndose de este proceso que es
una tendencia global.
Referencias
1. Real Academia Española. rae.es. [En línea] 2014. [Citado el: 3
de mayo de 2015.]
http://buscon.rae.es/drae/?type=3&val=cultura&val_aux=&origen=REDRAE.
2. Albarracín,
Eduardo Gutierrez y Daniel. Financiarización y economía real: perspectivas
para una crisis civilizatoria. [En línea] 2008. [Citado el: 20 de abril de
2015.] http://www.vientosur.info/documentos/Financiarizacion.pdf.
3. McKnett, Chris. The investment logic for sustainability.
Boston, EE.UU.AA. : TED, 2013.
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