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Los límites de la economía

El crecimiento económico es el aumento en la generación de bienes y servicios finales producidos en un período de tiempo determinado.  Una economía crece cuando el valor de lo producido en un año, es mayor de lo que se produjo en el año anterior.  Una variación al alza supone un aumento de la riqueza y por extensión, del nivel de vida de una sociedad.

Para crear “mayor riqueza”
se requieren ingentes cantidades de materia y energía, esta última básicamente en forma de recursos no renovables (combustibles fósiles) y como sabemos, los recursos no renovables, son aquellos de los que existen cantidades fijas o limitadas en el planeta.

Al provenir de la naturaleza, y no de los mercados, materia y energía tienen un límite biofísico de disponibilidad.  Así, el crecimiento económico depende de los recursos naturales. Como estos no se utilizan de forma aislada sino a nivel de ecosistema, esta dependencia hace que ninguna economía sea posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.

Es imposible mantener un crecimiento económico continuo sin tener en cuenta el medio natural. En consecuencia, el crecimiento indefinido de la economía resulta irreal puesto que nuestro mundo es finito.  

La dinámica de los mercados de crecer a toda costa nos hace sucumbir a la incapacidad de gestionar los recursos naturales de una manera razonable.  El manejo inteligente de la economía debe tomar en cuenta las limitaciones propias al sistema ecológico.  Estamos “matando a la gallina de los huevos de oro”, en vez de cuidarla para alargarle la vida.

Toda la materia y la energía del planeta están sujetas a las leyes de la termodinámica.  La primera ley de esta disciplina de la física dice que “la materia y la energía ni se crean ni se destruyen, sólo se transforman”.  En economía, esto se constata por el hecho de que la generación de residuos es algo inherente a los procesos de producción y consumo.  Es decir, la materia tiene solo dos opciones: o se convierte en un nuevo recurso o se considera un desecho.

La segunda Ley es la de la entropía, la cual establece que la materia y la energía se degradan continua e irreversiblemente desde una forma disponible a otra no disponible.  Materialmente, el proceso económico consiste en una transformación de baja a alta entropía, es decir, a desechos, y esa transformación es irreversible. La entropía de la capa vegetal del suelo, por ejemplo, aumenta cuando este se erosiona, se encharca o se degrada por el regadío.  Siguiendo este razonamiento, el uso de recursos naturales para satisfacer necesidades no vitales, lleva consigo una menor cantidad de vida en el futuro.

La tercera noción se plantea en una doble vertiente, la primera establece la imposibilidad de generar más residuos de los que los ecosistemas pueden asimilar; y por otra parte, advierte sobre la imposibilidad de extraer del medio natural más recursos de los que se puede aceptar como rendimiento sostenible o renovable. 

Los elementos de bienestar, lo aceptemos o no, tienen limitaciones derivadas del funcionamiento de los ecosistemas naturales.  Este hecho exige poner controles a la actividad humana, en coherencia con las necesidades a futuro de esos mismos recursos,  y por tanto a la economía.  Controles que permitan adaptar la gestión de los recursos a las características del entorno con vistas a evitar su degradación.  De lo contrario, enfrentaremos el fracaso de la economía misma, al sufrir un proceso paulatino, a corto y mediano plazo, de falta de productos y materia prima mercadeables.

Aspirar a un proceso de crecimiento económico constante, sin un enfoque ecológico transversal, implica la sobrexplotación de los recursos naturales no renovables con el consecuente agravamiento de los problemas que ya sufrimos hoy día, y que van en incremento, disminución de la cantidad y la calidad del agua; agotamiento de los recursos potencialmente renovables; contaminación del aire, agua y suelo; generación de residuos; degradación del suelo, todo lo cual hace que, además, seamos más vulnerables a la eventual ocurrencia de un desastre natural.

¿Está toda la población de un país preparada para hacer frente al agravamiento de los problemas mencionados, con el manejo de un sistema económico que no contribuye a garantizar el cuidado y mantenimiento del medio ambiente que lo surte?

3 comentarios:

  1. Carlos:

    Tal vez te interese esto que escribí hace unos meses

    http://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2010/02/los-enganosos-limites-del-crecimiento.html

    Y tal vez te reconforte saber que no conozco a ningún economista que piense que el mundo es un subsistema de la economía.

    Un abrazo,

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Se han difundido en el mundo modelos de desarrollo basados en el consumo con el supuesto de la disponibilidad abundante de recursos en el Planeta. Producto de ese tipo de modelos, surgidos de contextos en los cuales el dinero aparenta ser omnipotente, en las discusiones internacionales sobre el desarrollo sostenible mismo las ideas predominantes y las propuestas de los países que ostentan mayor poder (pues de hecho hay muchas divergencias en esto) olvidan que la reducción del consumo y la reorientación de los estilos de vida son fundamentales para poder sostener la existencia en este planeta.
    El capital natural abre las posibilidades al desarrollo, pero también fija los límites.
    Gracias por este excelente artículo

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