Hace unos días, medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de la noticia de que el agua había comenzado a cotizar en el mercado de futuros de materias primas[1] de Wall Street como lo hacen el oro, el café, el petróleo o el cacao. Una particularidad de estos contratos es que no requieren la entrega física del agua, son puramente financieros. Así, el precio, inicialmente previsto para el estado de California, de EE.UU.AA., podría convertirse en un pernicioso referente para los mercados del agua en otras partes del mundo.