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Isla de calor


¿Por qué hace más calor en la ciudad que en el campo? De seguro que alguna vez se ha hecho esta pregunta.

Las zonas urbanas registran una diferencia de temperatura respecto a su entorno (el centro y los alrededores).  La temperatura suele ser varios grados superior en las ciudades mientras que en la zona rural, suele ser más fresca.

Esto se conoce como el efecto “isla de calor”
y está asociado a la atmósfera urbana debido a que en las ciudades se concentran elementos contaminantes que aumentan la capacidad de absorción de la radiación solar incidente: aerosoles, partículas en suspensión, y dióxido de carbono (CO2).  Los mismos son producidos por la actividad humana habitual como el tráfico vehicular, funcionamiento de los sistemas de acondicionadores de aire o de calefacción (donde se los requiere); pintura de piezas metálicas al aire libre, etc.

El calor, así generado, no tiene una vía fácil de escape ya que los edificios dificultan la circulación del viento, lo que ocasiona un aumento de temperatura que a su vez provoca una circulación especial del aire parecida a la que se establece entre el Ecuador y los polos.  El aire que se calienta en la zona central, asciende, enfriándose y desciende luego en las afueras de la ciudad.  El aire mas fresco procedente de las afueras de la ciudad intenta compensar el vacío provocado por el aire ascendente cerrando así el ciclo de circulación del viento.

El fenómeno de la “isla de calor” por sí mismo no produce la eliminación de contaminantes, aunque en determinadas condiciones la existencia de corrientes ascendentes puede traer la formación de nubes que culminan por lo general en precipitaciones, y la lluvia, con su efecto de lavado, si incide en una disminución de la concentración de contaminantes. 

Por el contrario, la acumulación en capas de estos contaminantes puede traer como consecuencia una inversión de temperatura en altura, lo que impide los movimientos verticales del aire propiciando que la contaminación se concentre por debajo de esta zona.  Al combinar esta situación con la presencia de un anticiclón, la zona afectada por la inversión de temperatura, se ve potenciada y los elementos contaminantes pueden alcanzar niveles alarmantes al permanecer durante varios días como ya ha ocurrido en Ciudad de México y Santiago de Chile.

Afortunadamente, nuestra condición de isla impide que ocurra el proceso descrito en el párrafo anterior, con lo cual estos fenómenos no representan mayores complicaciones. 

Al efecto de isla de calor que se produce en nuestras ciudades hay que agregarle el alto contenido de humedad del aire, lo que genera una sensación térmica caracterizada por este típico calor húmedo.

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