¿Necesitamos otro Parque Nacional?

El Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) es el conjunto de espacios terrestres y marinos del territorio nacional, que han sido designados para preservar muestras representativas de los diferentes ecosistemas y del patrimonio cultural del país con el objeto de garantizar la permanencia y optimización de los servicios ambientales y económicos que estos ecosistemas ofrecen o puedan ofrecer a la sociedad.

La Ley Sectorial de Áreas Protegidas (202-04) estableció el SINAP con 86 unidades de conservación distribuidas en diferentes categorías de manejo. Años más tarde, otras 32 nuevas áreas fueron adicionadas al sistema mediante el decreto del Poder Ejecutivo 571-09.

Producto de estos diferentes mecanismos, unos 12.890,81 km2 equivalentes al 26,5% de la superficie terrestre y 45.540,64 km2 que representan el 9,3% de nuestras aguas territoriales han sido declaradas áreas protegidas. Esto nos coloca como el segundo país con más superficie terrestre protegida en la región de Latinoamérica y el Caribe.

No obstante, uno de los grandes problemas es que las políticas de desarrollo nacional y los grandes proyectos de inversión del país, no suelen contemplar un enfoque ambiental. La Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00) dispone la creación del Consejo Nacional de Medio Ambiente y Recursos Naturales como órgano responsable de programar y evaluar políticas así como para establecer la estrategia nacional de conservación.

Este Consejo sin embargo, no se ha reunido para estos fines, por lo que el país no cuenta con políticas energéticas, industriales, agrarias, de transportes, de minería y de desarrollo regional, concebidas como ejes interdependientes del desarrollo nacional.

A finales de mayo del año pasado, se publicó la noticia de que la mayoría de las concesiones mineras coinciden con las cuencas hidrográficas.  Al tomar el mapa de concesiones mineras otorgadas o en trámite que presenta la Dirección General de Minería en su sitio Web y cruzarlo con el de áreas protegidas; observamos que algunas solicitudes de concesiones caen dentro de los límites de varias de las Áreas Protegidas.

La falta de una visión sistémica; la poca articulación sectorial, el incumplimiento de las normativas en vigor, la complicidad de algunos servidores públicos y una débil institucionalidad que no decide ni sanciona de manera oportuna, está generando conflictos de uso y de jurisdicción entre zonas mineras, áreas protegidas, cuencas hidrográficas, proyectos de desarrollo turístico, zonas agrícolas y urbanas.

 
El empeño social y político en contra de la explotación de Loma Miranda permite entender la iniciativa de un anteproyecto de ley para crear un nuevo parque nacional. Reconocemos el esfuerzo de los que desinteresadamente, se han sumado de manera militante a esta causa, pero ¿Realmente necesitamos otra área protegida?

Los espacios que se encuentren bajo régimen legal de protección, tienen usos restringidos, constituyen un componente del patrimonio estatal y no son transferibles en propiedad a ningún individuo, Estado, nación o ciudadano de otro país bajo ninguna circunstancia.  Bajo esta lógica, declarar Parque Nacional a Loma Miranda garantizaría su preservación.

No obstante, la incorporación al SINAP no garantiza el resguardo total ya que por desgracia, nuestros espacios naturales no gozan de una protección efectiva. De hecho, la escasa cultura institucional, hace peligrar la integridad de los ya existentes aunque su categoría de manejo sea la de Parque Nacional.

Adicionar una nueva área protegida al sistema, no haría más que restar eficiencia a la ya precaria administración del SINAP que acusa fuertes limitaciones de todo tipo (logísticas, financieras y de recursos humanos) para garantizar un control y vigilancia efectivos.

La biodiversidad de esta zona del país ya está representada en otros lugares por lo que desde el punto de vista técnico, esta iniciativa pierde méritos más aun cuando se analiza a nivel de sistema pues provoca redundancia de los objetos de conservación a ser preservados.

Tanto el uso inadecuado, como el cambio de uso del suelo generan conflictos[1] y tienen efectos ambientales y socioeconómicos.  La subutilización es un riesgo para la subsistencia y el bienestar económico así como para la seguridad alimentaria; mientras que los conflictos por sobre utilización socavan la estructura y las funciones de los sistemas ecológicos como los ciclos biogeoquímicos (los ciclos del agua, del carbono y de los nutrientes), fundamentales para la supervivencia de los seres humanos.

Que se declare Loma Miranda como área protegida sin lugar a dudas cuenta como un triunfo político, pero su efecto sería similar al de tapar el sol con un dedo. ¿Qué pasaría si finalmente se otorgan las concesiones para la explotación minera en la mayoría de las zonas productoras de agua del país? ¿Qué autoridad se impondrá a las corporaciones para garantizar que contemos con un suministro agua en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento? ¿Por qué se admite a trámite una solicitud de exploración minera en una zona que está dentro de un área protegida?

Loma Miranda es solo la punta del iceberg, si apelamos a este mecanismo ¿Cuántas nuevas áreas protegidas será necesario crear en los próximos años? La industria extractiva tiene a su disposición todos los recursos técnicos, financieros y mediáticos para alcanzar sus objetivos.  El tiempo, incluso juega a su favor, si consideramos la tendencia al alza del precio de los minerales. Lo único que no han podido conseguir es la licencia social para legitimar sus actividades. Esa es la baza que se debe aprovechar.
 
Bibliografía.
Molina T. (29 de mayo de 2012) Aguas de RD entre concesiones mineras. Diario Libre. Recuperado el 18 de septiembre de 2013 de http://www.diariolibre.com/noticias/2012/05/29/i338090_aguas-entre-concesiones-mineras.html

Dirección General de Minería. Recuperado el 18 de septiembre de 2013 de http://www.dgm.gov.do/fiscalizacion/catastrominero.html

Recuperado el 20 de septiembre de 2013 de http://es.wikipedia.org/wiki/Capital_natural
Mateo y López, (2010) Áreas protegidas de la República Dominicana Recuperado el 20 de septiembre de 2013 de http://www.ambiente.gob.do/chm/index.php?option=com_content&view=article&id=54&Itemid=67

García Cartagena C. (13 de julio de 2012) Cambio de uso del suelo.  La esquina del buen ambiente. Recuperado el 23 de septiembre de 2013 de http://buen-ambiente.blogspot.com/2012/07/los-limites-de-la-tierra-iv-cambio-de.html


[1] Los suelos bajo conflicto de uso, son aquellos que no se utilizan de manera adecuada conforme a su vocación o capacidad productiva

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