El maquillaje verde de los biocombustibles

Los yacimientos de hidrocarburos que suministran el 85% de la energía mundial han experimentado un descenso en términos del retorno de la inversión de energía. Es decir, están produciendo cada vez menos.  Este hecho, sumado a la evidencia comprobada de que la quema de combustibles fósiles acelera el calentamiento global y aumenta la amenaza del cambio climático, han estimulado el desarrollo de fuentes alternativas de energía.
Una de estas opciones son los combustibles de origen biológico o biocombustibles que se obtienen a partir de restos orgánicos y de algunas especies de plantas. Los más desarrollados y empleados son el bioetanol y el biodiesel utilizados en motores de gasolina y gasóleo (gasoil) respectivamente.

El bioetanol o etanol de biomasa, es un alcohol que se obtiene de plantas como la remolacha, el maíz, la cebada, el trigo, la vid, la caña de azúcar y el sorgo, mediante procesos de fermentación de los sacáridos presentes en estos cultivos. Este alcohol se mezcla con la gasolina[1] para incrementar el octanaje y reducir las emisiones contaminantes de los motores tradicionales de combustión.

Por su parte, el biodiesel, se fabrica a partir de aceites vegetales,[2] hayan sido utilizados o no. El sistema de fabricación más habitual es un proceso de combinación con alcohol metílico e hidróxido sódico; que genera glicerina como subproducto. A diferencia del bioetanol, el biodiesel resultante se puede utilizar sin ser mezclado.

Cabe señalar, que es posible poner a funcionar un motor diesel directamente con aceite vegetal en lugar de gasoil; aunque para ello, es necesario realizar algunas modificaciones. Uno de los inconvenientes de estos aceites es que se pueden congelar a temperaturas moderadamente bajas dependiendo de la latitud. 

El uso de biocombustibles es un tema controvertido.  Según sus promotores, mejoran la combustión del motor, disminuyen la contaminación ambiental y pueden ser utilizados en todo tipo de vehículos, Sin embargo, voces escépticas plantean aspectos que merecen ser tomados en cuenta.

La siguiente tabla recoge de manera sucinta, las principales motivaciones a favor y en contra. Los argumentos ciertamente mueven a la reflexión:

Positivos
Negativos
Son renovables. Se producen en un ciclo continuo, por lo que si se manejan del modo apropiado, constituyen una fuente de energía reciclable
La energía necesaria para producirlos, proviene de combustibles fósiles y su balance energético es bajo
Reduce la dependencia energética e incorpora el uso de energías renovables en el transporte
El costo de producción es mayor que el de los combustibles convencionales
Las emisiones son menos contaminantes[3]. Esto reduce los niveles de CO2 en la atmósfera, con lo que disminuye el peligro del cambio climático
Requiere la manipulación de sustancias químicas para su producción. La destilación para obtener bioetanol implica consumo de energía y en consecuencia emisión de CO2 no contabilizadas cuando se compara con los combustibles fósiles.
Permite aprovechar tierras de poco valor o aquellas abandonadas por la baja rentabilidad de los cultivos tradicionales.
Reactiva la dinámica económica de las zonas rurales generando empleo y diversificando la producción agrícola.
Garantiza mercado para los excedentes agrícolas de determinados cultivos (oleaginosas y cereales)
Se requieren grandes zonas de plantación lo que conlleva el establecimiento de monocultivos; aumentando el consumo de agua y potenciando el uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos, así como el uso de material vegetativo de organismos genéticamente manipulados (OGM), lo que sumado aumenta los riesgos de erosión y desertificación.
El uso de cultivos alimentarios, para producir energía, ha alterado la dinámica de los mercados agrícolas.
Plantea el drama de convertir cultivos comestibles en combustibles, lo que implica reducir la disponibilidad de alimentos para la población mundial.

Si desde una perspectiva social los beneficios de los biocombustibles son rebatibles, desde el punto de vista ambiental, resultan aún más cuestionables debido al bajo provecho energético que reportan.

El parámetro utilizado para determinar el rendimiento energético de cada carburante es la tasa de retorno de energía (TRE). Como si de un análisis financiero se tratara, la TRE establece la relación entre la cantidad de energía que un combustible nos proporciona, en función de la energía invertida para obtenerlo.

A principios del siglo XX, se utilizaba la energía equivalente a un barril de petróleo para extraer 100 barriles.  Sin embargo, hoy día, la extracción continua y creciente ha reducido esta proporción de manera significativa al punto que, en algunos emplazamientos, por cada barril de petróleo que se quema para extraer el crudo, tan solo se obtienen 10 barriles. Si bien puede variar de un país a otro, la TRE de algunos biocombustibles es tan baja, que casi no vale la pena el esfuerzo de producirlos (ver tabla con valores para los EE.UU.)


Para los países en vías de desarrollo; el mercado internacional de biocombustibles supone incentivos perversos que pueden dar lugar a mayores desigualdades sociales y podría resultar en la tala de bosques de alto valor ecológico para dedicar esos suelos a cultivos; a la expulsión de comunidades agrícolas de muchas zonas productivas, que pasarían a manos de grandes multinacionales y a la perdida de superficie cultivable de alimentos y su consecuente encarecimiento.

Estos problemas podrían prevenirse implantando un sistema de certificaciones de procedencia, que permita constatar su origen real. Un esquema parecido al de las certificaciones de productos ecológicos. 

El impulso determinante a los biocombustibles debe ser una decisión de Estado, en la que se ponderen sus bondades con respecto a las implicaciones sociales, ambientales y económicas.



Bibliografía
The Encyclopedia of Earth. (16 junio de 2011) Ethanol Biofuels in the United States.  Recuperado el 8 de octubre de 2012 de: http://www.eoearth.org/article/Ethanol_Biofuels_in_the_United_States?topic=49469

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado el 11 de octubre de 2012 de: http://buscon.rae.es/drae/?type=3&val=cultura&val_aux=&origen=REDRAE

Theis T. &Tomkin J. editores(Mayo 2012) Sustainability: A comprehensive Foundation.  Rice University. Houston, Texas.



[1] La mezcla de bioetanol con gasolina puede variar desde un 5% hasta un 95% con lo cual, se obtienen diferentes tipos de combustible cuyas propiedades y beneficios para el medio ambiente son variables.
[2] Existen más de 300 especies de plantas de las que se puede obtener aceite, fundamentalmente de sus semillas y frutos. Las más utilizados son colza, girasol, soja y varios tipos de palma.
[3] Se estima que las emisiones de CO2 son de un 25 a un 80% menos dependiendo del tipo de mezcla utilizada.

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