El consumo excesivo de agua para uso agrícola,industrial y doméstico, junto con una gestión
descuidada de las aguas residuales, amenazan la viabilidad del ciclo
hidrológico y en consecuencia, el correcto funcionamiento de los ecosistemas.
El cambio climático está alterando los patrones de
lluvia. Adicionalmente, el aumento de la demanda global de energía y alimentos están
afectando las napas freáticas lo que erosiona algunas fuentes de agua elevando
la presión sobre el suministro.
Mil doscientos millones de personas (17% de la
población mundial) no tienen acceso al agua. Dos mil quinientos millones de
personas (36% de la población mundial) no cuentan con un sistema sanitario
básico en sus casas. El agua es un problema global aunque por ser un recurso
territorial, es ante todo un problema local.
América Latina y el Caribe se caracterizan por su
clima básicamente húmedo, por que poseen grandes recursos de agua dulce en
lagos y ríos. Las precipitaciones
promedio en la región son 60% mayores que en el resto del mundo. Sin embargo, 25% de los territorios son
áridos o semiáridos, 20% de sus habitantes no tienen acceso a agua potable y
30% carecen de un sistema apropiado de saneamiento. El escurrimiento superficial es 30% del total
mundial. Sólo el 3% del agua que escurre
es utilizada de alguna manera, y solo el 8% de los escurrimientos con potencial
hidroeléctrico es aprovechado. De las tierras cultivadas sólo 7% tiene riego, aunque
con los recursos conocidos se podría regar 25%.
De lo anterior se desprende que lo importante no
es la cantidad de agua que posea un país, sino el uso y la efectividad con que se
gestiona este recurso. La larga sequía que
sufrió el país durante el primer trimestre del año, agudizó los problemas que hemos
estado sufriendo relacionados con la disponibilidad del agua.
No obstante, la confusión entre objetivos
ecológicos, políticos y sociales en un contexto de corrupción, hace que el Estado
no dé prioridad política al problema, resultando en la carencia de mecanismos
para una buena gobernanza y conservación de los recursos hídricos y que en
última instancia genera una de las mayores fallas
de mercado conocidas.
La gestión sostenible pasa no solo por
conocer el volumen de agua que oriente sobre su disponibilidad y suministro a
largo plazo, sino también, por la ubicación del recurso. Con estas premisas, en el año 2002, el
profesor Arjen Hoekstra del UNESCO-IHE, acuñó el concepto de "huella
hídrica" para obtener un indicador que relacionara el agua con el consumo de
la población a todos los niveles.
La huella hídrica puede calcularse a nivel individual,
empresarial o nacional e informa sobre la
cantidad total de agua dulce que
se utiliza para producir los bienes y servicios consumidos en un tiempo y localidad determinada.
Para calcular la huella del agua como también se
le llama, las fuentes de agua se clasifican en tres componentes azul, verde y
gris. La huella de agua azul es
el volumen de agua dulce consumida de los recursos hídricos del planeta (aguas
superficiales y subterráneas). La huella del agua verde es el volumen de agua
evaporada o agua de lluvia almacenada en el suelo como humedad. La huella de
agua gris es el volumen de agua contaminada que se asocia con la producción de
los bienes y servicios.
Las unidades
en las que se mide el indicador dependen del tipo de sector al que se le mide
la huella hídrica. Un producto cárnico puede medirse en [m3/kg], representando
la cantidad de metros cúbicos de agua necesarios para producir el kilo de carne
en toda la cadena de suministro. Por otro lado, la huella hídrica de un
individuo puede medirse en [m3/año], representando la cantidad de agua
consumida a lo largo del tiempo.
El promedio mundial de la huella hídrica 1.385 m³
/ por persona y año. República
Dominicana está ligeramente por encima de la media con 1.401 m³ / año per cápita pero hay que tener en cuenta que el país pierde entre
el 40-50% del agua potable que se produce debido a fugas y
averías.
El deterioro de los recursos globales de agua plantea una triple amenaza la pérdida de la humedad del suelo a causa de la deforestación; el desplazamiento de las escorrentías y el impacto en el volumen de precipitaciones.
Para mantener la
estabilidad del suministro, el gobierno central y los ayuntamientos deberían
adaptar el manejo de los recursos hídricos a las presiones climáticas. Adoptar un enfoque multilateral a la gestión
transfronteriza del agua. Enfrentar efectivamente el urbanismo y continuar trabajando
para enfrentar la degradación ambiental.
Bibliografía
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Recuperado el 23 de abril de 2013 de http://www.youtube.com/watch?feature=endscreen&v=XljOrKNhmqU&NR=1
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Report Series No. 50, UNESCO-IHE, Delft, the Netherlands.
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