Según la FAO (1), cada año, aproximadamente un tercio de todos los
alimentos producidos en el mundo para el consumo humano, se pierde o se
desperdicia. El costo económico de este hecho es de aproximadamente USD 750 mil
millones equivalente al PIB de Suiza en 2013.
Estos datos aparecen
en el estudio “Food wastage footprint:
Impacts on natural resources” (1) que ofrece un análisis
global de la huella ambiental del desperdicio de alimentos (tanto de la pérdida
como de los restos de alimentos) a lo largo de la cadena alimentaria[1] y que se
centra en los impactos sobre el clima, el agua, la tierra y la biodiversidad.
El informe estima
que la producción global agrícola (para usos alimentarios y no alimentarios),
es de unas 6 gigatoneladas[2] mientras
que el desperdicio total de la parte comestible de los alimentos es de 1,3 gigatoneladas.
Las exigencias de
apariencia hacen que los
agricultores a veces pierdan la tercera parte o más de
sus cosechas sólo por razones estéticas.Se estima que la cantidad de alimentos que no están podridos ni caducados
pero que tampoco se consumen, genera el equivalente a 3,3 gigatoneladas de CO2.
Esto sin contabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)
derivadas del uso de la tierra. Esto coloca al desperdicio de alimentos como el
tercer emisor mundial de GEI después de China y los EE.UU.AA.
Los impactos
sobre la biodiversidad a nivel mundial son difíciles de estimar aunque, es
evidente que el monocultivo y la expansión de la agricultura producen externalidades
negativas sobre las áreas silvestres generando la pérdida o fragmentación de
hábitats y la consecuente merma de las poblaciones de mamíferos, aves, peces y
anfibios.
La mayoría de los
países europeos y norteamericanos tienen entre 150 y 200% de las necesidades
nutricionales de sus poblaciones. Es decir, tienen entre una vez y media y dos
veces más comida de lo que efectivamente necesitan. Y si en el cálculo
incluimos los productos utilizados como
piensos para alimentar al ganado (maíz, soya y trigo), que se podrían consumir, la
proporción se duplica resultando en un inventario de entre tres y cuatro veces
la cantidad de comida que requiere su población para alimentarse. (2)
Reducir este
colosal desperdicio, no solo ayudaría a evitar la presión sobre los escasos
recursos naturales, sino también a disminuir la necesidad de aumentar la
producción de alimentos para satisfacer la demanda de una población creciente. Contamos
con los recursos y la tecnología para erradicar el hambre y garantizar la
alimentación a largo plazo. (3)
El problema es
movilizar la voluntad política para forzar una ruptura con el sistema global de alimentos que es manejado
por un reducido grupo de empresas transnacionales y financieras que especulan y
fijan sus precios con el único propósito de maximizar el beneficio financiero
desconociendo el derecho a la alimentación que tenemos los seres humanos y obviando
los impactos sociopolíticos de sus decisiones sobre todo en países empobrecidos. (4; 5)
Referencias
1. FAO. Food Wastage Footprint. Impacts on
natural resources. Organización de las Naciones Unidas pra la
Alimentación y la Agricultura. 2013. p. 63. ISBN 978-92-5-107752-8.
2. Stuart, Tristram. The global food waste
scandal. Londres : TED, 2012.
3. FAO. How to feed
the world 2050. www.fao.org. [Online] agosto 8, 2013. [recuperado el 5 de abril de 2015.] de: http://www.fao.org/fileadmin/templates/wsfs/docs/expert_paper/How_to_Feed_the_World_in_2050.pdf.
4. García, Carlos.
Alimentos ¿Derecho humano o mercancía? [Digital] Santo Domingo :
La esquina del buen ambiente, 2013.
5. Ziegler, Jean.
La esquizofrenia de Naciones Unidas: Una lucha sin medios contra el hambre. Aithne.net.
[Online] agosto 2013. [recuperado el 5 de abril de 2015.] de: http://www.aithne.net/index.php?e=news&id=201&lang=6.
Es un desperdicio irracional e injusto, contra el alto indice de desnutricion mundial
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