Cambio de uso del suelo - Los límites de la Tierra IV

Nuestro planeta tiene límites que deben ser respetados para garantizar de la vida y la diversidad biológica como la conocemos.  Si por ignorancia o por imprudencia sobrepasamos en exceso estos límites podríamos generar una catástrofe.  Uno de esos límites es el cambio de uso de suelo.  Un fenómeno que obedece a una dinámica compleja que provoca la degradación de este recurso[1].


La superficie de la tierra es de 510.1 millones de km2 de los cuales la mayor parte (70.8%) está cubierta por agua. Solo el 29.2% unos 148.9 MM de km2 son tierra firme.  Con sus 77.914 km2, nuestra isla ocupa por tamaño, el puesto 22 del mundo; el sexto del continente americano y el segundo en la región del Caribe.  La República Dominicana comparte la isla con la República de Haití ocupando el 62% del territorio unos 48,442.2 km2 (sin incluir nuestras islas adyacentes)

Un estudio sobre la capacidad productiva del suelo realizado en el año 1967 por la Organización de Estados Americanos (OEA) determinó que del total del territorio nacional, apenas el 24% de las tierras del país son aptas para el aprovechamiento agropecuario intensivo, siempre que se realicen prácticas adecuadas de manejo y conservación.  El 51% de nuestros suelos son marginales con limitaciones muy severas, siendo adecuados únicamente para manejo forestal, minería, captación de agua y protección de la biodiversidad.  El 25%restante, es una mezcla que permite cultivos permanentes, el aprovechamiento forestal, la producción pecuaria y el cultivo de arroz. 

Dicho de otra forma, la producción agropecuaria debería estar circunscrita a algo menos de la mitad de nuestro territorio.  Sin embargo, la superficie destinada a la actividad agrícola en nuestro parís es de aproximadamente el 55%. Hemos incorporado tierras a la producción agrícola sin tomar en cuenta sus limitaciones.  En consecuencia, el cambio de uso del suelo, se constituye en un factor de riesgo para el desarrollo.  

Sánchez, R. (Feb. 2009) a partir de un estudio sobre uso y cobertura del suelo realizado por la Dirección de Información Ambiental y de Recursos Naturales -DIARENA- del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, indica que en 2003, solo el 29.2% de los suelos tenía un uso adecuado. Cabe señalar que  este dato incluye las zonas ocupadas por los Parques Nacionales y áreas protegidas equivalentes.

Dicho estudio estimó que el 40.2 %  de los suelos del país estaban siendo subutilizados mientras que el 15.6 % eran sobre utilizados.  Es decir, tenían un uso por encima de su capacidad natural y por tanto, estaban sometidos a procesos de degradación o pérdida de las características físicas, químicas y biológicas que determinan sus propiedades.  La mayor parte de estos suelos se concentra en zonas de montaña.  Es decir, son predios con fuertes pendientes y a los que se les da un uso intensivo sin prácticas de conservación.

Desde una perspectiva económica, la tierra es un espacio para la realización de actividades productivas que se valora de acuerdo a su facilidad de acceso y su proximidad a los mercados.  Como factor de producción, incluye todos los recursos que se encuentran tanto en el suelo como en el subsuelo.

Tanto el uso inadecuado como el cambio de uso del suelo generan conflictos[2] y tienen efectos ambientales y socioeconómicos.  La subutilización es un riesgo para la subsistencia y el bienestar económico así como para la seguridad alimentaria; mientras que los conflictos por sobre utilización socavan la estructura y las funciones de los sistemas ecológicos como los ciclos biogeoquímicos (los ciclos del agua, del carbono y de los nutrientes), fundamentales para la supervivencia de los seres humanos.

Entre los factores que provocan el cambio de uso del suelo están no solo los desastres naturales, sino también: el afán de lucro desmedido, las condiciones de tenencia de la tierra, la pobreza y la exclusión así como una gestión ambiental deficiente caracterizada por la inexistencia, incumplimiento o aplicación limitada de leyes y normativas.

Los usuarios de tierras marginales o de zonas altas por ejemplo, no tienen en cuenta los servicios ecosistémicos cuando deciden que uso dar a sus predios pues carecen de una motivación económica para considerar los mismos.  En el pasado se han aplicado regulaciones legales, medidas preventivas y correctivas.  Estos métodos han resultado económica, social y políticamente costosos pero ninguno ha sido del todo efectivo a nivel de ecosistema.

No es viable continuar realizando agricultura intensiva en suelos marginales sin incorporar prácticas de conservación, ni es prudente expandir las zonas urbanas en suelos con vocación productiva pues las consecuencias del cambio de uso del suelo aumentan la vulnerabilidad del país a los eventos extremos y a los efectos del cambio climático.

La falta de un plan de ordenamiento territorial, que defina y especialice los posibles usos del suelo, está “provocando su degradación y generando conflictos de uso y de jurisdicción entre zonas mineras, áreas protegidas, cuencas hidrográficas, zonas agrícolas y urbanas.”

Adoptar un plan nacional de ordenamiento y desarrollo del uso del territorio[3] se vuelve entonces una prioridad nacional y de hecho, el artículo 30 de la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00) del año 2000 así lo declara estableciendo un plazo de 3 años para su adopción.  No obstante, es en junio del 2008 con la creación de la Dirección General de Ordenamiento Territorial que el país comienza a hacer frente al enorme desafío que implica la gestión normalizada del territorio.

El territorio nacional se encuentra dividido en 10 regiones de desarrollo; un Distrito Nacional en el que se encuentra la ciudad capital; 31 provincias, 155 municipios, 232 distritos municipales; 1,122 secciones rurales y unos 13,000 parajes y barrios. 

La gestión del riesgo, la administración de los recursos hídricos, de las riquezas del subsuelo, de las áreas que deben ser protegidas; de los predios productivos, y la determinación de cuáles zonas pueden ser urbanizables y cuáles no, son aspectos a tomar en cuenta por un plan de ordenamiento y desarrollo del uso del territorio. 

El mismo, mantendría la actividad económica dentro de límites aceptables desde el punto de vista ambiental ya que, reduciría la ocurrencia de conflictos y permitiría orientar a los inversionistas y tomadores de decisión sobre dónde y con qué intensidad se podría desarrollar una determinada zona del país.

Es esencial mantener la capacidad productiva de los suelos para continuar obteniendo los elementos materiales que generan prosperidad y mejoran la calidad de vida.  Para ello, es necesario tener en cuenta que el funcionamiento de la economía depende por completo de:
-        El suministro adecuado de energía y materiales (recursos naturales)
-        El funcionamiento de la biosfera para absorber los desechos
-        El mantenimiento de la biodiversidad


 Bibliografía:

Problemática de los usos del suelo. Miliarium. Recuperado el 27 de febrero del 2012, de: http://www.miliarium.com/Proyectos/SuelosContaminados/Manuales/Problemasusosuelo.asp

Sánchez, R. (2009) Breve diagnóstico del medio natural de la República DominicanaAccionverde. Recuperado el 3 de marzo del 2012, de:

de León, O. (Ago. 2001) El ordenamiento territorial minero de la Rep. DominicanaNavarrete. Recuperado el 27 de febrero de 2012 de:

Datos curiosos del planeta tierra.  Portalplanetasedna. Recuperado el 27 de febrero de 2012 de: http://www.portalplanetasedna.com.ar/datos_tierra.htm

De la Fuente, S.(1976) Geografía Dominicana. Santo Domingo, Ed. Colegial Quisqueyana.

Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales. (2006) Indicadores de sostenibilidad ambiental del recurso hídrico en la República Dominicana 2000-2005. Santo Domingo, Ed. Amigo del hogar


[1] Según la FAO - UNESCO la degradación es el proceso que rebaja la capacidad actual y potencial del suelo para producir, cuantitativa y cualitativamente, bienes y servicios.
[2] Los suelos bajo conflicto de uso, son aquellos que no se utilizan de manera adecuada conforme a su vocación o capacidad productiva
[3] El ordenamiento territorial suele ser una normativa con fuerza de ley, que regula el uso del territorio, definiendo los usos posibles para las diversas áreas en que se ha dividido el mismo.

1 comentario:

  1. Agradecemos a Mariví Arreguí y a Valentín García de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) por su observación sobre la cantidad actual de Distritos Municipales

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