"El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y se opone
a cualquier forma de despotismo, apelando a los principios republicanos.
Constituye la corriente en la que se fundamentan, tanto el Estado de derecho,
como la democracia representativa y la división de poderes.”
En el plano político, este
sistema está “a favor del gobierno que más libertades garantice a cada
individuo, y menos restricciones le imponga a sus actividades”. En el ámbito
económico, la libertad se entiende como “la ausencia de coerción gubernamental
para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios más allá de lo
indispensable para mantener la libertad misma.”
Las ideas del liberalismo
dominaron en occidente desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX pero el
trauma de la I Guerra Mundial, y la desilusión del capitalismo producto de la Gran
Depresión, marginaron esta doctrina durante la mayor parte del siglo XX.
A partir de la década de los 30, las ideas del economista inglés John
Maynard Keynes configuraron una política económica[1] que
dominó el escenario internacional. Keynes sostenía que el Estado debía tener
un papel activo en el manejo de la economía del país, imponiendo reglas y
supervisando el mercado para dirigirlo hacia las prioridades trazadas. De este modo, un Estado podía establecer que
una parte de las ganancias de los inversionistas extranjeros se reinvirtiera en
el país; imponer aranceles a productos extranjeros para proteger a productores
nacionales; o intervenir en sus mercados nacionales para fijar objetivos de
bien común. En conclusión, el mercado estaba subordinado al poder del Estado. Esta corriente se mantuvo hasta finales de los 70.
A partir de esta década, sin
embargo, el influyente economista estadounidense Milton
Friedman[2], propuso un modelo económico basado en el pensamiento liberal
clásico. La participación del Estado en
la economía nacional debería ser casi nula, dando paso a la libre competencia
para que el control de la economía estuviera en manos del capital privado. Este planteamiento se conoce como
Neoliberalismo[3].
Los gobiernos de EE.UU. e Inglaterra promovieron durante la década de los
80, “políticas de libre comercio, desregulación, privatización de empresas
públicas, baja inflación, movimiento libre del capital y presupuestos
equilibrados para el gobierno; lo que quiere decir que se gasta lo que se
recauda en impuestos.” Todo esto con el objetivo de permitir a las
corporaciones y a los inversionistas, operar libremente para maximizar sus
ganancias en cualquier parte del mundo.
Con la ayuda de organismos como el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional, las multinacionales exigieron a los países en
desarrollo hacer grandes cambios en
las estructuras de sus economías. Se argumentó que la enorme burocracia y la ineficiencia del Estado, impedían el
funcionamiento óptimo del mercado por lo que, en aras de la modernización y el
desarrollo, era necesario adoptar “políticas de ajuste estructural”.
El concepto de eficiencia se
utiliza frecuentemente junto con el de eficacia para describir o valorar las características o
cualidades de un producto, un proyecto, una actividad o de la administración
del Estado.
La eficacia hace referencia a nuestra capacidad para alcanzar un objetivo o una meta y por otra
parte; la eficiencia, analiza la
relación entre el logro obtenido, con respecto a los insumos o recursos
utilizados. Es decir, la eficacia nos ayuda a medir ¿Cuánto estamos logrando[4]? Mientras que la eficiencia, nos ayuda a
determinar ¿Cuánto cuesta lo que estamos logrando? Podemos ser eficientes sin
ser eficaces y podemos ser eficaces sin ser eficientes. Lo ideal sería ser ambas
cosas a la vez.
El Neoliberalismo ha sido eficaz puesto que ha conseguido expandirse
en todo el mundo. No obstante, desde el
punto de vista social, económico y ambiental no ha sido eficiente. Por el contrario, ha generado crisis donde no la había, truncando
así el desarrollo económico, social y político de numerosos países.
Debido al anacronismo filosófico
de esta doctrina y el hecho de que sus parámetros de éxito sean el beneficio
financiero y el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), no se toma en
cuenta las tensiones sociales que provocan sus medidas. El resultado es un modelo contradictorio e
incapaz de resolver los grandes desafíos de nuestro tiempo, que ha tenido consecuencias nefastas para
millones de personas.
Es necesario tener presente que la ineficiencia de las instituciones y empresas
públicas se debe a sus beneficios macroeconómicos como generación de empleo,
protección social, normas ambientales mejoradas; variables despreciadas y
difamadas por el totalitarismo de las utilidades financieras.
Utilizando un lenguaje sencillo y directo, el Neoliberalismo ha
conseguido que el Estado reduzca su influencia y deje de imponer normativas y
regulaciones sobre la actividad económica de individuos y empresas. De esta
forma, han evitado la “interferencia”
de los distintos gobiernos en temas como salud, educación y seguridad social,
por ejemplo. Bajo estas condiciones, la divina
intervención del mercado puede transformar los derechos humanos en bienes y
servicios comercializables que solo recibe quién puede pagarlos, potenciando el
circulo vicioso de exclusión y marginalidad.
Bibliografía
Gerencia.com (22/03/2012)
Diferencias entre eficiencia y eficacia. Recuperado el 18 de julio de 2013 de http://www.gerencie.com/diferencias-entre-eficiencia-y-eficacia.html
Abreu S. (n/d) Endeudamiento
público externo de la República Dominicana. Recuperado el 18 de julio de 2013 de http://www.monografias.com/trabajos25/deuda-externa-dominicana/deuda-externa-dominicana.shtml#ixzz2Zogh9iBN
Rivero A. (n/d) ¿Qué es el Neoliberalismo? Recuperado el 26 de julio de
2013 de http://www.neoliberalismo.com/ques.htm
Wikipedia (n/d) Liberalismo. Recuperado el
26 de julio de 2013 de http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo
George S (n/d) ¿Qué es el Neoliberalismo? Recuperado el 26 de julio de 2013 de http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/neoliberalismo.html
[1] Esta corriente se conoce como
Keynesianismo
[2] Milton Friedman fue asesor de los
presidentes Richard Nixon y de Ronald Reagan
[3]
Las dos principales
escuelas neoliberales son la Austríaca o de Viena, encabezada por Friedrich
Hayek contemporáneo de Keynes, y la de Chicago, encabezada por Milton Friedman.
Para los fines de este artículo, nos enfocaremos solo en este último.
[4]
El grado de cumplimiento de los objetivos de un proyecto; los logros entre
lo planificado y lo obtenido o en qué medida se está cumpliendo con los
objetivos
Las cosas son, cómo no, más complicadas. Una cosa es que haya unas escuelas filosófico-económicas neoliberales y otra cosa es atribuir a ellas una influencia decisiva en el FMI y en el Banco Mundial. Por ejemplo, no hace falta ser neoliberal para, en su momento, proponer que cierto país debe reducir su burocracia estatal. Sirva lo siguiente de reflexión: ¿hay algún caso de un país al que el FMI le haya propuesto esa reducción y que mostrara un Estado eficiente? La situación general era más bien la contraria: se pedía reducciones allá donde el Estado era completamente ineficiente (por corrupciones múltiples, por inoperancia en la gestión de las empresas públicas,...).
ResponderEliminarEsto ha sido así hasta las crisis financieras de final de siglo, cuando algunos países lograron salir de la crisis sin aplicar las recetas del FMI (aunque no lo llegaron a hacer antes que otros que sí las siguieron). La mayor eficiencia estatal en los últimos tiempos en muchos países no es ajena a este cambio de tendencia que incluso el propio Fondo ha llegado a admitir.